miércoles, 18 de noviembre de 2009

NO SEÑOR (VICE) PRESIDENTE



PENSÁBAMOS QUE ACTUARÍA CON MUCHA MAYOR SENSATEZ POLÍTICA. Nos parecía que además de honrado inspiraba confianza. Nos equivocamos, pero no sabemos si ha caído en cuenta que todavía es usted Vicepresidente juramentado y en ejercicio, aún cuando se ha impuesto una autoridad que sabe perfectamente que no tiene ningún viso de legalidad.

No pretexte que esta designación ha sido recibida en olor a multitud, usted bien sabe a quienes representan muchos de los ahora dirigentes de esta protesta social y también tiene sus dudas acerca de que si este experimento funcione.

Es también cierto Señor (Vice) Presidente que ni siquiera puede argumentar que esta asumiendo simbólicamente esta imposición en respuesta a un rol histórico al cual fue llamado, en remedo al gesto que demandó Haya de la Torre cuando ante el discutible triunfo electoral de Sánchez Cerro en 1931 reclamara para sí el puesto de Presidente moral del Perú.

Se sabe bien que las presiones recibidas y el oportunismo de su entorno lo ha envalentonado para convertirse en el adalid de una lucha que puede desbordarse. Desde ahora es también responsable de lo que suceda, tanto o más de lo que ahora se cuestiona a Salazar Morote.

Pero hoy es tarde para enmendarse. Ha entregado en bandeja la pieza del rompecabezas que sus compañeros de ruta esperaban cuando le exigieron aceptar esta aporía. Se ha convertido en el tonto útil de una minoría activa y beligerante, que con irresponsabilidad sigue en su escalada polarizando socialmente la región.

Para fines prácticos es usted el ariete simbólico con el cual sus amigos pretenderán tirar abajo el portón del gobierno legal para instaurar una parodia de “democracia popular”. Las consecuencias serán de lamentar, y ojala suceda algo que evite la tragedia.

Si pretendió sumar fuerzas para asegurar su futuro electoral se equivocó redondamente. Ha dilapidado en pocas horas su capital político. Sabemos de sus pretensiones que son totalmente legítimas, pero todo se acabó, los demócratas a carta cabal le enrostraran en las urnas que al gobierno regional no se llega por la ventana o tomándolo por asalto.

Si criticamos la soberbia de Salazar Morote en la conducción casi personalizada del Gobierno, no menos podemos dejar de criticar que usted es también cómplice de la debacle de esta gestión, porque lo que ahora ha evidenciado con su juramentación en una plaza pública y “a nombre del pueblo” y en contra de la tiranía del aún Presidente, es su propia incapacidad para liderar una solución política que pudo haberse tramitado en el marco institucional del propio gobierno regional. Y eso usted lo sabe.

Sus diferencias con David Salazar es un asunto harto conocido, pero usted tal vez aguardo este momento para marcar sus distancias, sin temor en incurrir hasta en una felonía, no por su deslealtad con Salazar Morote, sino con el propio pueblo apurimeño, y sus propios paisanos aymarinos, a los cuales no les ha dicho toda la verdad.

Si, lo afirmamos, porque si acusó de mentiroso a su colega Presidente, usted también se ha sumado a la larga cadena de mentiras, pues no le ha dicho al pueblo, que supuestamente le ha confiado esta triste misión, que es lo que usted cree en realidad de todo esto.

Porque usted sabe muy bien que el camino para hallar las soluciones que esperan no es este, no lo fue ni lo será, que este es un callejón sin salida cuya resultante será una nueva frustración de los apurimeños, y será ese propio pueblo que lo ha entronizado quien al final lo llamará de traidor y mentiroso.

Pues el fracaso será el final de toda esta rabia contenida que encontró una válvula de escape en esta paralización. Fracaso y tragedia pueden sin embargo encontrarse, pues el signo trágico de esta situación se empieza a sentir en aires abanquinos, donde el ánimo de enfrentamiento fraticida ha sido ya atizado desde algunos sectores del cual es ahora presidente.

No terminamos esta disquisición con el consabido “La historia juzgará”. Será suficiente con que usted pueda reflexionar y tomar alguna acción que al menos lo concilie con su propia conciencia.

Por todo lo anterior, su responsabilidad es doble, por no haber respondido a la confianza electoral que lo llevo al mandato que todavía le corresponde, y por haber cedido a la tentación de ser llamado, aunque sea espuriamente, Presidente de Apurímac.


Los editores

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